lunes, 7 de noviembre de 2011

apunte 10 primero medio:Mundos representados en literatura

LOS MUNDOS FICTICIOS POSIBLES.

El acontecer: acontecimientos o hechos

En todo relato hay algo que sucede, lo cual puede ocurrir a nivel de la conciencia de los personajes o en lugares concretos, a veces muy específicos y reconocibles dentro de la ficción.
Y no sólo en lo que al lugar físico se refiere, sino también en lo cultural.
El acontecer o acontecimiento es aquello que realiza un personaje de acuerdo con las disposiciones del hablante implícito, y a lo que de él espera el lector ideal (receptor ficticio). El suceder narrativo es un aspecto dinámico y secuencial, y que reconocemos como acontecimientos.
Éstos se hallan dispuestos de una determinada manera o disposición y están determinados por una especie de fuerza estructuradora que le da una configuración precisa e identificable y que lo llena de sentido. A esta fuerza la llamaremos acción.
La interacción del acontecer, de los personajes y de los ambientes da por resultado el mundo ficticio posible.

A. El mundo real.
Es el mundo del sentido común que impera en una época determinada y que funciona como mundo de referencia de construcción de los mundos imaginarios de la literatura. La función del narrador consiste en crear un mundo ficticio en el cual los hechos narrados sean semejantes a los que se dan en la realidad, o sea, regidos por la causalidad lógica y por el principio de la identidad.
Este mundo depende de los límites que imponen las convenciones ideológico–culturales en relación con lo que es real y lo que es ficticio en un momento histórico determinado. En este sentido, la diferenciación entre cultura premoderna y moderna es clave para la interpretación y contextualización de las obras literarias.
Es sólo la época moderna la que impone una oposición estricta entre lo real y lo ficticio. Su culminación se da en el siglo XIX con la novela costumbrista y el Naturalismo. De modo que “lo posible” es un concepto relativo, pues está determinado por la visión de mundo de la época. Lo que es posible para una época, es imposible para otra, todo lo cual se ve reflejado en la literatura.

Ejemplo:
“En el siglo XVII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales. Aquí relataremos su historia. Se llamaba Jean–Baptiste Grenouille y si su nombre, a diferencia del de otros monstruos geniales como De Sade, Saint–Just, Fouché, Napoleón, etcétera, ha caído en el olvido, no se debe en modo alguno a que Grenouille fuera a la zaga de estos hombres célebres y tenebrosos en altanería, desprecio por sus semejantes, inmoralidad, en una palabra, impiedad, sino a que su genio y su única ambición se limitaban a un terreno que no deja huellas en la historia: al efímero mundo de los olores.”
Patrick Süskind, El perfume.

B. El mundo mítico.
Se llama mito a un relato de hechos fabulosos que se suponen acontecidos en un pasado remoto e impreciso. Los temas son los grandes hechos heroicos que constituyen el fundamento y el comienzo de la historia de una comunidad o del género humano en general. Los personajes son dioses o semidioses y los hechos sobrenaturales se generan gracias al poder sobrenatural de éstos.
Los mitos tienen su comienzo cosmogónico, su espina dorsal heroica y su final histórico, reflejando así la mentalidad premoderna. Se da la presencia de un narrador omnisciente, que exige la credibilidad del lector ante los hechos fabulosos narrados.
Los temas más frecuentes son el origen de la creación del mundo y de los hombres, producto de la intervención de las divinidades creadoras. Se nos narran las hazañas de los héroes, las cuales aparecen determinadas por la presencia e influencia de los dioses.

Ejemplo:
“El día en que Yavé Dios hizo la tierra y los cielos, no había sobre la tierra arbusto alguno, ni había brotado aún ninguna planta silvestre, pues Yavé Dios no había hecho llover todavía sobre la tierra, y tampoco había hombre que cultivara el suelo e hiciera subir el agua para regar toda la superficie del suelo.
Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida. Yavé Dios plantó un jardín en un lugar del Oriente llamado Edén, y colocó allí al hombre que había formado. Yavé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, agradables a la vista y buenos para comer. El árbol de la Vida estaba en el jardín, como también el árbol de la Ciencia del bien y del mal.”
Génesis, 2, 4–9

C. El mundo maravilloso.
Representa un mundo homogéneo en el cual todos los hechos narrados pertenecen a la cualidad de lo maravilloso. Plantea el deseo de un ser común de adquirir una condición superior. La estructura del cuento maravilloso permite que cumpla su anhelo: ser rico, ser príncipe o rey. Participan personajes surgidos de la fantasía popular, como hadas, ogros, duendes y brujas. Plantea un narrador omnisciente que exige del lector una credibilidad absoluta con respecto a los hechos narrados, que escapan a nuestra lógica cotidiana.
Ejemplo:
En cuanto a los Hobbits de la Comarca, de quienes tratan estas relaciones, conocieron en un tiempo la paz y la prosperidad y fueron entonces un pueblo feliz. Vestían ropas de brillantes colores, y preferían el amarillo y el verde; muy rara vez usaban zapatos, pues las plantas de los pies eran en ellos duras como el cuero, fuertes y flexibles, y los pies mismos estaban recubiertos de un espeso pelo rizado muy parecido al pelo de las cabezas, de color castaño casi siempre.”
J.R.R. Tolkien, El Señor de los Anillos.


D. El mundo utópico.
Con el término utopía (del griego: u = inexistencia; topos = lugar) nos referimos a la descripción de estados imaginarios, ideales y perfectos. Sólo a partir del siglo XVI, la invención y descripción de estas sociedades recibe el nombre de utopía (a partir de la obra homónima de Tomás Moro).
En literatura, suele definirse como utopía una novela o ficción en la que se concibe y describe un estado de las características antes mencionadas.
Presencia de un narrador omnisciente que autentifica la verdad sobre los hechos sobrenaturales.
Pacto de lectura de credibilidad absoluta del lector.
Tópicos que permiten reconocer el mundo utópico: el tópico del locus amoenus (lugar ameno) o tópico de la abundancia, la edad de oro.
También puede darse la presencia de elementos maravillosos.
Obras clásicas de este tipo son: de Platón, La República; de San Agustín, La ciudad de Dios.

Otras manifestaciones de mundos utópicos son:
El relato bíblico del "Génesis", pues configura un mundo utópico en el paraíso celestial, donde los primeros padres del género humano, Adán y Eva, viven en un estado de inocencia primordial.
La conquista de América, en tanto aventura económica y evangelizadora, que construye una imagen utópica, mitológica del espacio imaginario, cobrando existencia “real” en América.

Algunos entes de ficción en este mundo son: fuentes de la eterna juventud, sirenas, ciudades de oro, amazonas, etc. Por ejemplo, Bernal Díaz del Castillo, frente a la arquitectura del imperio azteca, cree que ha llegado a un lugar de leyenda, donde proliferan: “... las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís”.

Ejemplo:
“Cada grupo de treinta familias elige anualmente entre sus miembros un magistrado, llamado sifogrante en el idioma antiguo y filarca en el moderno. (...)
La función principal y casi única de los sifograntes está en procurar que nadie se entregue al ocio, sino que todos se dediquen concienzudamente a su oficio, sin que, no obstante, lleguen a fatigarse como bestias de carga trabajando constantemente desde la primera hora del día hasta la noche. Esto sería peor carga que la esclavitud y, no obstante, tal es, en casi todas partes, la vida de los trabajadores, excepto en Utopía, donde se divide la jornada en veinticuatro horas iguales, contando en ella el día y la noche, y se destinan seis al trabajo: tres por la mañana, después de las cuales van a comer; acabada la comida reposan dos horas y luego trabajan otras tres horas hasta el momento de recogerse para cenar. Cuentan las horas a partir del mediodía. Vanse a dormir a las ocho y conceden al sueño ocho horas.”
Tomás Moro, Utopía.

E. El mundo fantástico.
El relato comienza presentándonos un mundo realista–cotidiano, posteriormente aparece un acontecimiento sobrenatural. Este fenómeno extraño puede ser explicado por tipos de causas naturales y sobrenaturales. La posibilidad de vacilar entre ambas crea el efecto fantástico. El narrador–personaje es de uso frecuente. El fenómeno sobrenatural instala así, un enigma, una incertidumbre intelectual sobre el tipo de mundo en que “realmente vivimos”. Se da el efecto del asombro y miedo frente al fenómeno que aparece como sobrenatural.
Resolución del conflicto: La percepción de lo fantástico puede naturalizarse si el narrador finalmente explica el acontecimiento fantástico por medio de causas naturales. Ejemplo: se explica que el personaje es víctima de la locura, de ahí su percepción de fenómenos sobrenaturales (Amelia, de Nerval).

En el mundo fantástico puro, el enigma no se resuelve, no hay explicaciones racionales que aclaren su aparición, por lo cual puede mantenerse en la ambigüedad lo que genera a un cuestionamiento del “mundo realista”.
Temas frecuentes: el motivo del doble, el motivo de los mundos comunicantes, las metamorfosis, la realidad dentro de la realidad, etc. En general, lo fantástico se relaciona más con los espacios y culturas urbanas cosmopolitas que con la cultura latinoamericana.
Ejemplo:
“Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.”
Julio Cortázar, La noche boca arriba.

F. El mundo de ciencia ficción.
Es un mundo en el cual se da la irrupción de lo fantástico en el mundo cotidiano, utilizando la ciencia como coartada de la fantasía. La verosimilitud de los hechos narrados está dada por un referente pretendidamente científico, que cumplirá un rol esencial en la trama. La ciencia desplaza a la magia, ocupando su lugar, transformando la ficción fabulosa en ciencia–ficción.
Son relatos que se basan en nuestra sociedad, pero que, por lo general, se ambientan en un futuro hipotético en el que el mundo aparece devastado por la guerra, el totalitarismo o la tecnologización excesiva. De ahí que se les pueda denominar anti–utopías. Suelen contar con un narrador omnisciente. Los temas preferidos de la ciencia ficción, aparte de los mencionados, son los androides, el viaje por el tiempo, la inteligencia artificial, el viaje a otros mundos, la invasión de alienígenas a la tierra, etc.

Ejemplo:
“Un edificio gris, achaparrado, de sólo treinta y cuatro plantas. Encima de la entrada principal las palabras: Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres, y, en un escudo, la divisa del Estado Mundial: Comunidad. Identidad, Estabilidad. (...)
Los niños Alfa visten de color gris. Trabajan mucho más duramente que nosotros, porque son terriblemente inteligentes. De verdad me alegro muchísimo de ser Beta, porque no trabajo tanto. Y, además, nosotros somos mucho mejores que los Gammas y los Deltas. Los
Gammas son tontos. Todos visten de color verde, y los niños Delta visten todos de caqui.
¡Oh no, yo no quiero jugar con niños Delta! Y los Epsilones todavía son peores.”
Aldous Huxley, Un mundo feliz.

G. El mundo real maravilloso.
Lo maravilloso es expresión de la realidad de Hispanoamérica. El término se aplica como equivalente a realismo mágico, tipo de narrativa hispanoamericana que crea un nuevo realismo en el que se considera al hombre y su entorno inmersos en un mundo de fantasía y de misterio. En dicho espacio narrativo se producen hechos extraordinarios, que van más allá de las fuerzas de la naturaleza, auténticos milagros, aunque despojados de sus connotaciones religiosas o fantásticas. Es decir, en este tipo de mundo se funden los hechos usuales con los excepcionales, pero siempre tratados como un mundo normal y cotidiano. Esta forma de percepción de la realidad se descubre en ciertas expresiones literarias precolombinas presentes en relatos fantásticos de transmisión oral. Escritores como Alejo Carpentier, Miguel Ángel Asturias, Juan Rulfo o Gabriel García Márquez recogen de las vanguardias europeas la superación del prejuicio racionalista consistente en creer que la realidad es sólo cognoscible a través de la lógica y el razonamiento de la conciencia.

Ejemplo:
“Al tercer día de lluvia habían matado tantos cangrejos dentro de la casa, que Pelayo tuvo que atravesar su patio anegado para tirarlos en el mar, pues el niño recién nacido había pasado la noche con calenturas y se pensaba que era a causa de la pestilencia. El mundo estaba triste desde el martes. El cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la playa, que en marzo fulguraban como polvo de lumbre, se habían convertido en un caldo de lodo y mariscos podridos. La luz era tan mansa al mediodía, que cuando Pelayo regresaba a la casa después de haber tirado los cangrejos, le costó trabajo ver qué era lo que se movía y se quejaba en el fondo del patio. Tuvo que acercarse mucho para descubrir que era un hombre viejo, que estaba tumbado boca abajo en el lodazal, y a pesar de sus grandes esfuerzos no podía levantarse, porque se lo impedían sus enormes alas.”
Gabriel García Márquez, “Un señor muy viejo con unas alas enormes”.

H. El mundo onírico.
Representación literaria del contenido de los sueños alojados en el subconsciente. Las percepciones de sueños, ensueños y pesadillas son incorporadas al mundo narrativo, provocando en el lector interpretaciones ambiguas y confusas. El mundo onírico se reconoce, fundamentalmente, en la narrativa contemporánea centrada en la perspectiva subjetiva del narrador personaje.

Ejemplo:
“Un hombre está frente a mí, muy cerca de mí. Es joven; unos ojos muy claros en un rostro moreno y una de sus cejas, levemente arqueada, prestan a su cara un aspecto casi sobrenatural. De él se desprende un vago, pero envolvente calor. Y es rápido, violento, definitivo. Comprendo que lo esperaba y que le voy a seguir como sea, donde sea. Le echo los brazos al cuello y él entonces me besa, sin que por entre sus pestañas las pupilas luminosas cesen de mirarme.
Ando, pero ahora un desconocido me guía. Me guía hasta una calle estrecha y en pendiente. Me obliga a detenerme. Tras una verja, distingo un jardín abandonado. El desconocido desata con dificultad los nudos de una cadena enmohecida. (...)
Estoy frente a la casa de mi amante. Las persianas continúan cerradas. Contemplo, gozosa, el jardín abandonado. Me aprieto a las frías rejas para sentirlas muy sólidas contra mi carne. ¡No fue un sueño, no! (...)
Un criado me invita a pasar, con la mirada.
–Avisaré a la señora –insinúa el criado y se aleja.
¿La señora? ¿Qué señora? Paseo una mirada a mi alrededor. ¿Y esta casa, qué tiene que ver con la de mis sueños?”
María Luisa Bombal, La última niebla.

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