lunes, 23 de abril de 2012

materia apunte 1 literatura y sociedad

Teorías sobre el origen de las lenguas

El origen del lenguaje es un problema que ha interesado a muchos pensadores ya desde la época de Platón en la antigua Grecia. En los últimos tiempos también ha atraído el interés de antropólogos, sicólogos sociólogos. Tengamos en cuenta que el tema es un reto por las dificultades que presenta, ya que no hay datos históricos en los que apoyarse para reconstruir los procesos en la formación de las lenguas y llegar hasta las fases iniciales y decisivas en que apareció el lenguaje.

Las investigaciones realizadas sobre el origen y las formas más simples del lenguaje tropiezan con enormes dificultades. Los estudiosos han llegado a conclusiones y conjeturas que son verosímiles y sugestivas, pero que dejan sin resolver la incógnita de las formas de lenguaje del hombre primitivo.

Es posible que el habla de algunas tribus actuales en estado primitivo o el habla rudimentaria infantil, puedan aportar algunos datos de coincidencia o de fenómenos lingüísticos paralelos con las primitivas formas de lenguaje. De todas formas, las especulaciones más o menos razonables sólo pueden aceptarse como hipótesis.

Se pensó que el habla de algunos pueblos primitivos de la actualidad podía ser un indicio; pero sucede que el grado de desarrollo que poseen en cuanto a la estructura fundamental del lenguaje es prácticamente igual de las lenguas más cultas, aunque les falte la riqueza en el léxico y el refinamiento de los matices expresivos.

El estudio del lenguaje de los niños tampoco puede aportar muchos datos, pues nacen en un ambiente de una lengua desarrollada, que aprenden poco a poco al repetir e imitar los sonidos que escuchan. No obstante, hay puntos de contacto entre los primeros sonidos que emite el niño —especialmente expresiones emotivas— y aquellos principios en que los seres iban tomando conciencia de las posibilidades de los sonidos guturales que les salían.

Se ha buscado alguna relación entre el lenguaje de algunas especies animales y el origen del lenguaje humano, pero no se ha conseguido encontrar vinculación alguna.

El Génesis de la Biblia considera el lenguaje corno un don divino.

Durante muchos siglos la explicación se daba desde una teoría teológica y providencialista. En la Biblia, Dios aparece con la cualidad del lenguaje, llamando a la luz día y noche a las tinieblas, etc. El hombre, de la misma forma que es creado ya en estado adulto, aparece sabiendo hablar dando nombre a los animales. Existía un lenguaje universal; pero, por un castigo divino, desapareció según se cuenta en la anécdota de la torre Babel.

Debemos aclarar que la Biblia no pretende hacer lingüística, sino por medio de fábulas, le interesa explicar de forma sencilla el origen divino del hombre y del Universo.

Desde la aparición del positivismo en el siglo XIX la investigación se realizó de forma racionalista y científica. De estos estudios han salido tres hipótesis fundamentales que miran el problema del origen del lenguaje desde un punto genético.
En primer lugar, está la teoría que ve el origen del lenguaje en los sonidos que expresan estados de ánimo, ya sean exclamaciones o secuencias de sonidos más o menos articulados. Con el tiempo se irían asociando sonidos a objetos y a acciones; de los primeros saldrían los nombres o sustantivos y las acciones originarían los verbos.

Una teoría antropológica da un origen mímico al lenguaje. Los gestos en su doble función imitativa e indicativa van acompañados de movimientos sonoros, que luego fueron quedando como expresiones permanentes.

Otra teoría antropológica explica el origen en las imitaciones sonoras y fónicas del mundo exterior e interior. No es una mera imitación de ruidos, sino alguna relación entre el sonido y los objetos o acciones que con él quiere representarse. En todas las lenguas hay onomatopeyas relacionadas con gritos de animales, con cantos de pájaros o con otros sonidos de la naturaleza. Es una teoría excesivamente poética.

La teoría más reciente, sin negar la contribución de exclamaciones, gestos e imitaciones sonoras, pone especial hincapié en la tendencia social a la comunicación dentro de un grupo humano primitivo. Y entre los  primitivos medios de comunicación hay que comenzar por el grito y la llamada antes de llegar a otros sonidos que logren tener un valor de palabra.

Debemos aclarar que la evolución desde las primeras exclamaciones hasta los verbos y sustantivos, lo mismo que la evolución de la mímica, de los gestos manuales a los bucales es un proceso que debió ser largo y duro, posiblemente haya llevado un proceso de tantos siglos como la suma de días que pasan desde que el niño nace hasta que habla normalmente. 

Clasificación de las lenguas

Los lingüistas siempre quisieron clasificar las lenguas y dialectos en familias y grupos. Para ello, valoraron las identidades o semejanzas gramaticales entre las lenguas.

La clasificación por tipos de lenguas se ha basado fundamentalmente en la palabra; tanto sobre la similitud de vocabularios básicos y sus derivaciones como sobre la construcción sintáctica.

Lo mismo que se ignora cómo y cuándo nació el lenguaje, de igual forma es aventurado afirmar que existiese un lenguaje primitivo y universal que fuera el origen de las diversas lenguas.

De las casi tres mil lenguas existentes, se han pretendido salvar las diferencias lingüísticas y crear algunos idiomas universales, basados en la simplificación y relación de las lenguas conocidas.

Las lenguas artificiales más importantes son el volapück, el universalglot, la interlingua y el esperanto, que es la más difundida. Estas lenguas no han prosperado porque se enfrentan a la dificultad de ser artificiales y a la fuerza de los intereses políticos y económicos de las naciones que poseen una lengua natural de gran difusión.
Las lenguas naturales de mayor número de hablantes son:

1.         chino
2.         inglés
3.         Indostaní
4.         ruso
5.         español
6.         alemán
7.         japonés
8.         malayo
9.         francés
10.       bengalí
11.       portugués
12.       italiano

Basándose en los elementos comunes que aparecen en todas las lenguas, en el siglo pasado se hizo una clasificación estructural o tipológica, que se fundamenta en el aspecto morfológico de la formación o progreso, desde la palabra hasta su forma integrada en el discurso.

Por la formación de las palabras, las lenguas pueden ser:

Las aislantes o monosilábicas. Existen unidades de una sola sílaba para expresar cualquier clase de conceptos. Pueden expresarse contenidos más complejos si se combinan estas sílabas. También es importante el orden de las palabras, la variedad de acentos y, consecuentemente, las diferentes entonaciones. Son características de este tipo, la lengua china y la japonesa.

Las aglutinantes o afijantes son las que pueden añadir afijos de valor semántico invariable a las raíces o sílabas básicas. Expresan una evolución sobre las lenguas monosilábicas, ya que distinguen entre raíces y sufijos, pero sólo los aglutina, ya que la unión se producirá en las lenguas flexivas. En este grupo tenemos las lenguas húngara y turca.

Las incorporantes o polisintéticas son las que incluyen en una palabra diversos conceptos hasta con funciones sintácticas. Se incluyen en este grupo las lenguas amerindias en las que es difícil distinguir la palabra de la oración.

Las flexivas o sintéticas son las lenguas semíticas y las indoeuropeas. Se caracterizan porque las palabras pueden descomponerse en lexemas o raíces que llevan el contenido semántico, y en morfemas o desinencias que pueden expresar género, número, tiempo, aspecto y persona verbal. Son las lenguas más abstractas y más evolucionadas.

También se puede hacer una clasificación genealógica de las lenguas. Esta agrupación de las lenguas por familias distribuidas geográficamente se realiza por las semejanzas o parentescos entre ellas.
Estas agrupaciones se basan en estudios de gramática comparada y gramática histórica, que investigan los parentescos y los pasos en la evolución lingüística, tanto temporal como geográfica de las lenguas.

Las más importantes familias de lenguas, distribuidas geográficamente, son:

En América del Norte: el esquimal y el kenia, en las costas árticas, y las amerindias como el iroqués, el apalache y el sioux. La familia uto-azteca se orienta hacia Centroamérica con el maya y el náhuatl.

En América del Sur las principales son la chibcha, el caribe, el arawac, el quechua, el aimara, el araucano y el tupí-guaraní.

En Extremo Oriente existen las familias japonesa, coreana, chino-tibetana, malayo-polinesia, la austroasiática y la indoeuropea.

En Cercano Oriente y África existe la familia afroasiática con las ramas semítica, aramea, egipcia, bereber y árabe. Entre las lenguas del África Negra, la principal familia es la kafirbantú.

Resulta importante ampliar unos datos elementales de las lenguas autóctonas precolombinas, que se han hablado en Iberoamérica, y de las cuales sólo quedan, en vías de desaparición, algunas islas lingüísticas o algunas muestras de derivación dialectales.

La Chibcha que, aunque de origen centroamericano, se extendió por Colombia y Venezuela, dispersándose posteriormente por la presión de las familias arawac y caribe, tiene entronques con la lengua maya.  Su principal  dialecto es el muisca.

La arawac es la gran familia lingüística del Caribe, se extendió por las Antillas y por las tierras continentales hasta llegar al Brasil, Paraguay y norte de Argentina, presionada por la llegada de la caribe.

La caribe parece que de origen brasileño, pero que penetró a través la costa por los valles y los afluentes del Orinoco, lo mismo que del Magdalena en Colombia.

La quechua era la lengua del imperio inca y llegó a las zonas occidentales de Venezuela y Colombia.

La tupi-guaraní es la gran lengua sudamericana, y se extiende por  casi todo el subcontinente, aunque sin tener zonas continuas. Sus dialectos se localizan desde Uruguay al Amazonas y desde los Andes al Atlántico.

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El aimara es originaria de la meseta boliviana y es otra de las grandes lenguas americanas. El imperio inca impuso el quechua y no permitió que a lengua se extendiera suficientemente.
El araucano extendida por los Andes del sur en lo que es actualmte Chile; tenía muchos dialectos como el de los atacameños, los diaguitas, los calchaquíes, los picunches, los mapuches y los huilliches.

Sería muy prolijo hablar del taino, el puelche, el yuromanquí, el guahibo, el tucano y tantísimas otras lenguas.

El investigador Keane habla de haber examinado en Sudamérica unas cincuenta familias de lenguas. El hispanista inglés Markham se refería a 906 dialectos sólo en el Amazonas.

En América del Norte, sólo entre Canadá y Estados Unidos había unas cincuenta familias lingüísticas, cada una con unas 30 a 50 lenguas o dialectos, de forma que sólo en esta área había más de 2.000 lenguas.

Por otra parte, muchas naciones —especialmente los incas, los aztecas— tenían también unos idiomas secretos, ajenos al vulgo, que como  una clave sólo conocían los nobles.

El español y el resto de lenguas habladas en los países del continente americano —portugués, inglés, francés— pertenecen al grupo occidental indoeuropeo. En general, por su importancia y su difusión en todo el mundo —Asia, Europa, América y Australia— el indoeuropeo es la familia lingüística más extendida y la que contiene las lenguas que han alcanzado mayor preponderancia y repercusión social.

En el grupo asiático están el iranio y el indio que son las lenguas que hablan en Irán, India, Pakistán y Bangladesh.

En el grupo occidental están las ramas:

La celta con las lenguas irlandesas, galesa, escocesa y bretona.
La germánica: alemán, inglés, holandés, islandés, frisón, flamenco, danés, sueco.
La baltoeslava: ruso, polaco, checo, búlgaro, servocroata, lituano.
La helénica: el griego.
La itálica tiene varias, y de ellas, la más importante es el latín. Del latín derivan las lenguas llamadas románicas o romances, que son el italiano, el francés, el catalán, el español, el portugués, el gallego, el sardo, el rumano, el provenzal y el romanche.


Lengua nacional y lengua propia

El lenguaje es un fenómeno propio de la comunidad humana, que sirve para que los hombres se comuniquen entre sí. El lenguaje es un hecho social, un fenómeno social; pero cuando hablamos de lengua nos referimos a un hecho científico. En nuestro estudio científico sobre este sistema lingüístico, hablaremos de lengua y lenguas, porque los hombres se comunican, como consecuencia de que poseen un medio de comunicación llamado lenguaje; pero la realización concreta y actual de esa comunicación sólo puede hacerse gracias a la lengua o, mejor, a las lenguas. En castellano no decimos lenguaje castellano o lenguaje portugués, sino lengua castellana,  lengua portuguesa, sino lengua o lengua inglesa.

Hay personas que creen poder relacionar de forma simplista una lengua con un solo país. En esto se producen dos errores. Por una parte, creer que en cada país sólo se habla una lengua, cuando no es así porque hay muchas naciones que tienen varias lenguas, como España, donde se habla además del castellano, el gallego, el catalán y el vasco, aparte de  varios dialectos del castellano; algo así sucede en el Reino Unido de Gran Bretaña, donde además del inglés, se habla el galés, el escocés, etc; en los Estados Unidos de Norteamérica, fuera del inglés, hay una amplísima comunidad de hispanohablantes, y podríamos seguir con muchos otros países.

Por otra parte, existe también el error de creer que una lengua se habla en un solo país. Esto sucede con muchas lenguas, pero no se puede generalizar.  Los iberoamericanos tenemos con nuestra lengua el ejemplo claro de que eso es falso.  En definitiva, no se puede identificar un país con una sola lengua, lo mismo que tampoco se puede identificar una lengua con un solo país.
Mucho más frecuente es el error de creer —por contraposición a todo lo anterior—que la lengua nacional y oficial no es una lengua propia. Por ejemplo, el español o castellano no es propiedad del país donde nació y creció, sino que es propiedad de todos los hablantes de todas las naciones y Estados que lo usan.

El concepto de lengua propia no puede confundirse con que tenga que ser lengua diferente de la de todos los demás países.

Una lengua es propia de una comunidad de hablantes cuando se cumplen estas tres condiciones:
1o. Ser la lengua materna para los hablantes de esa comunidad.
 2°. Ser la lengua utilizada en la vida de relación de la comunidad.
3°. Ser el vehículo de la tradición literaria y cultural de esa comunidad.

Una lengua vive en continua formación, y es precisamente por esto por lo que es propia de todos los hablantes. La lengua evoluciona, y es el producto vivo de los que la usan como su lengua natural. La recibieron no como una herencia intocable en usufructo, sino como una herencia con el derecho y hasta el deber de enriquecerla.

El concepto de lengua nacional se refiere a la lengua que por motivos históricos, políticos, geográficos o de prestigio cultural, se ha impuesto a las demás lenguas habladas en algún país. Las otras lenguas existentes en ese país pueden ser lenguas vernáculas, lenguas indígenas o dialectos regionales.

En la actualidad se tiende al fomento de estas lenguas, porque son parte del patrimonio cultural de ese país, lo enriquecen y le dan variedad.

Queda por citar el concepto de lengua oficial, que es el idioma en el que se promulgan las leyes y se redactan los documentos públicos

La lengua española

1.      Lenguas de sustrato en la Península Ibérica

Observando la ubicación geográfica de la Península Ibérica, podemos ver la causa por la que tantos pueblos pasaron por ella, establecieron factorías o se asentaron dominándolas:

—Es la punta final del continente euroasiático
—Sirve de puente de paso y comunicación entre Europa y África
—Domina el paso de entrada y salida del Mediterráneo

La situación de la Península Ibérica antes de la llegada de los romanos presentaba un mosaico de pueblos, cada uno con su propia lengua. Todas esas lenguas anteriores al latín son llamadas lenguas de sustrato.

Todos esos pueblos que estuvieron en la antigua Iberia, la península llamada Spanija (traducido, tierra de conejos) por los cartagineses, y que luego llamaron Hispania los romanos y que desde el Medievo se llamó España; todos esos pueblos que la habitaron, fueron gestando una lengua con el aporte de todos ellos.

Las zonas norteñas de la península, colonizadas con posterioridad por el Imperio Romano y pertenecientes a él por un tiempo menor, fueron las menos latinizadas y las que conservaron en su latín más huellas de esas lenguas de sustrato que habían hablado antes de la romanización.

Hay pocos datos, pero podemos sacar algunos de los toponímicos (nombres de pueblos y lugares geográficos, como ríos, montes, etc.). Las inscripciones de las monedas o inscripciones en piedras, plomos, bronces o cerámica; pero lo cierto es que no existió una unidad lingüística en la Península Ibérica. Desde la región en que se asienta cada uno de estos pueblos aporta su cultura, sus modos de vida y su lengua, algunos de cuyos vocablos han llegado hasta nosotros en la actualidad.

La distribución do estos pueblos es la siguiente:

Los tartesios tenían un rico imperio al sur de la península, especialmente en la bahía sur de la costa atlántica peninsular hasta el estrecho de Gibraltar. Los productos de sus minas de oro son citados por la Biblia en la construcción del templo de Salomón. Es el pueblo más antiguo que se conoce y del que menos datos arqueológicos se posee.

Los iberos se extendieron por las costas mediterráneas y los interiores cercanos del tercio oriental de la península. Fueron los más cultos de los primitivos pueblos hispanos. Hicieron pintura rupestre, tenían artesanía muy variada de cerámica y tallaban la piedra en bellísimas figuras que se muestran en joyas y abalorios muy perfeccionados. El nombre de la península Ibérica —Iberia— se debe a ellos.

Los celtas ocuparon el tercio noroccidental de la península mirando al Atlántico. Llegaron desde Alemania invadiendo durante el siglo VII antes de nuestra era.
En el centro de la península se mezclaron con los íberos y formaron el pueblo celtíbero.

Los vascos, de origen caucásico, se establecieron en torno a los Pirineos atlánticos. Se extendieron por buena parte de la cornisa cantábrica y se mantuvieron alejados de la dominación romana gracias a lo accidentado del terreno. Pudieron conservar hasta hoy su idioma propio.

De estos primitivos pobladores perduran algunas pocas palabras como:

balsa, barro, páramo, perro, vega, manteca, boina, losa, cencerro, izquierda, chabola, arroyo, cerro, camisa, cabaña, cerveza, abedul, alondra, salmón, etc.
           
En las costas mantenían colonias y factorías comerciales los grandes navegantes del otro extremo del Mediterráneo: los griegos y los fenicios. También los cartagineses tuvieron grandes dominios, hasta que sucumbieron frente a la fuerza de las legiones romanas.

Creaban poblaciones portuarias para dar protección al tránsito de barcos y para comerciar con los indígenas. Del continuo contacto se derivó una impregnación de vocablos.

De estos colonizadores llegaron vocablos como:

Música, ritmo, atleta, ánfora, bodega, escuela, idea, comedia, baño, cámara, alfabeto, cuerda, huérfano.


Romanización de la Península Ibérica

La lengua latina se caracterizó por su claridad y precisión. En aquellos tiempos carecía de musicalidad y finura de matices, pero al extenderse las conquistas y recibir la influencia de la cultura y la lengua griegas, el latín adquirió paulatinamente la gracia y sonoridad que se aprecia en los escritos de Cicerón y que culminará en la época de Augusto, con los grandes maestros de la literatura latina.

Al hablar de evolución del latín no debe entenderse que el primitivo, más rudo y más enérgico, hubiera desaparecido, sino que, por el contrario, era precisamente el que más se utilizaba en la vida diaria por el pueblo en todos sus estamentos.

Los literatos y los políticos aprendían los giros del latín culto con la retórica —el arte griego de la elocuencia—, para deslumbrar en las reuniones literarias y en los foros públicos, con el artificio de la palabra bella y de la metáfora acertada.

Por el contacto con comerciantes y soldados, fue el latín hablado o latín vulgar, el que predominó fundamentalmente en las provincias, aunque también se enseñaba, a los privilegiados que podían ir a las escuelas, el latín literario y culto.

A los nativos de esas regiones no les quedaba más remedio que respetar las normas jurídicas y asimilar las costumbres de los conquistadores, que además les imponían su lengua latina.

Los romanos hicieron de los diversos pueblos de la Península Ibérica una parte sólidamente integrada al gran imperio en el que eran iguales griegos o íberos, egipcios o galos.

De un extremo a otro de Hispania trazaron calzadas en las que se podía transitar con seguridad. Levantaron ciudades con fortificaciones, acueductos y puentes, con magníficos edificios, con teatros, templos, foros y termas que fueron foco de progresiva romanización.

El historiador Tácito cuenta, en el siglo I, que en un juicio los nativos de Hispania, que no querían declarar como testigos, daban grandes voces en su idioma nativo. Otro historiador cuenta en el siglo II que un político romano, hijo de españoles, al hablar en el Senado de Roma, causaba risa su marcado acento español.

Esta romanización se hizo tan activa en España que el primer emperador nacido fuera de Italia fue el español Trajano, del que se dice que era el más bueno y más justo de los emperadores.  También de origen español era  Teodosio, el emperador que abolió el paganismo y puso el cristianismo como religión oficial y única en el Imperio.

Durante los dos siglos previos a nuestra era se va consolidando un dominio romano sobre toda la península, que durará hasta la caída del Imperio y que permitió romanizar el territorio. Los nativos en sus relaciones con soldados, comerciantes, terratenientes y gobernantes, se vieron obligados a usar el latín y, con el tiempo, la eficacia romanizadora del sistema imperial hizo que la lengua latina se impusiera absolutamente y fuera durante muchos siglos la lengua de los habitantes de Hispania.

Tal es la importancia de esta influencia que tres de cada cuatro palabras del español son latinas.

Si el 75 por 100 de nuestro léxico proviene del latín, también a través del latín nos llega a nuestra lengua otro 10 por 100 más. Sucede que los romanos adoptaron e incorporaron al latín muchas palabras del griego, al igual que imitan su literatura y su arte.

A través del latín llega un 10 por 100 de nuestro vocabulario que tiene origen griego:
Geografía, historia, aritmética, anatomía, biología, filosofía, fisiología, zoología y muchos vocablos de estas ciencias, además de prefijos y sufijos en la formación de gran cantidad de palabras.


Cuando el cristianismo irrumpe en el Imperio, utiliza la lengua oficial, consciente de la importancia de esta unidad lingüística, de forma que cuando después de cristianizarse el Imperio, éste cae, es la Iglesia la que mantiene la vigencia del latín, contribuyendo así a la formación de las lenguas románicas.
El cristianismo aprovechó la estructura organizativa del Imperio para extenderse, pero utilizó un vocabulario griego en parte sacado de la filosofía griega y, en parte, porque los primeros libros cristianos se escribieron en griego.

En el vocabulario religioso de nuestra lengua son de origen griego:
Iglesia, evangelio, profecía, diócesis, jerarquía, obispo, apóstol, ángel, diablo, bautizar, catecismo, blasfemia, comentario, etc.


Influencia germánica y árabe en la formación del español

A medida que el Imperio Romano va debilitándose, los pueblos germánicos van ampliando su radio de acción y poco a poco penetran en él, hasta que colaboran en su destrucción.

A principios del siglo V llegan a España los suevos, les vándalos y los alanos, pero deben establecerse al sur o pasar a África por el empuje de los visigodos que toman la mayor parte de la península y establecen su capital en Toledo.

Los visigodos hablaban el latín mezclado con los vocablos de su lengua germánica, pues llevaban ya un siglo en el Imperio como soldados mercenarios de Roma en las legiones fronterizas, para contener las incursiones de otros pueblos bárbaros.

El pueblo visigodo es un pueblo culto, tiene su legislación y su religión cristiano-arriana. Cuando la religión y la legislación de visigodos y de hispano-romanos se armonizan, las costumbres se ponen en sintonía, las familias se mezclan y las lenguas se unifican en una simbiosis del latín vulgar con aportes de muchos vocablos germánicos.

Los visigodos son una muestra de cómo un pueblo dominador se va plegando paulatinamente a las costumbres y a la lengua del pueblo dominado.

Los germanos aportaron al habla de los hispano-romanos entre otros vocablos:

          sobre guerra: guerra, espía, tropa, estanque, estribo, yelmo, guardia, botín, brida, dardo, espuela, tregua, heraldo, ganar, guardar, guiar, albergar, guarecer, escarnecer, esgrimir, robar.
          De tipo doméstico: rueca, ropa, gala, guante, estaca, aspa, falda, cofia, arpa, jabón, parra, esquila, escanciar, agasajar, brotar, guisar, escatimar.
          Antroponimia: Enrique (rico en fincas), Elisa (atrevida). Francisco (libre), Álvaro (atento a todo), Elvira (mujer grande y fuerte) y Fernando, Alfonso, Ernesto, Luis, Matilde, Gonzalo, Rosendo, Ramiro, Rodrigo, Adolfo.

En época moderna han entrado del alemán al español:
Bigote, trincar, brindis, chambergo, sable, obús, blindar, vivencia, blenda, cinc, níquel, feldespato.

La obra visigótica más famosa, además del derecho y la arquitectura son las “Etimologías” de San Isidoro de Sevilla, la gran enciclopedia cultural de la primera época medieval.
La lengua que se hablaba en España en ese tiempo es el naciente romance hispánico, que poco a poco se irá diferenciando del latín vulgar.

En el siglo VII  entraron los árabes en España procedentes del norte de África.  Su penetración supone la introducción de una nueva cultura y una nueva lengua, que van a influir en el naciente idioma español.  Los árabes aportan una cultura superior con grandes manifestaciones en las artes y las diversas ramas del saber de la época. Junto a una arquitectura un sistema de ornamentación originalísima, aportan nuevas técnicas y productos agrícolas; un gran desarrollo de ciencias, como la matemática, la química o la medicina y tienen grandes obras escritas tanto literarias como filosóficas.

Nuevas ideas, conceptos, objetos y hasta productos, implica la introducción de nuevos vocablos de aportación árabe. Por otra parte, los bes ponen en su lengua toda la toponimia y que buena parte se conserva hasta hoy. Más de cuatro mil palabras del español son de origen árabe.

Los árabes aportaron al español, que precisamente nació en ese tiempo, un 5 por 100 del vocabulario:

          Plantas: arroz, azúcar, algodón, aceituna, alcachofa, zanahoria, acelga, azahar, azucena, alhelí, adelfa, albérchigo, sandía.
          Agricultura: acequia, zanja, alberca, noria, alquería, baldío.
          Comercio: aduana, arancel, almacén, tarifa, arroba, quintal.
          Construcción: albañil, tarima, tabique, azulejo, azotea, zaguán, alcoba.
          Urbano: arrabal, barrio, aldea, alcantarilla, alcalde, alguacil, alboroto.
          vestir: abalorio, alhaja, albornoz, alfombra, almohada, babuchas.
          Guerra: alcázar, alcaide, alboroto, alférez, alcazaba, alarde.
          Ciencia: cifra, guarismo, álgebra, cénit, azufre, química, alambique, jarabe, elixir, talco, alcanfor.


Después del latín (nuestra lengua madre), este es el contingente mayor de vocablos que el español ha recibido, pues los árabes estuvieron en España casi ocho siglos (711-1492) y precisamente durante un amento crucial de la formación y nacimiento de la lengua española.

Los períodos de guerra de reconquista de los cristianos contra los nos árabes son cortos y se producen a oleadas. La mayor parte del tiempo, fueron largos períodos de amistad y de entendimiento entre los reinos cristianos del norte y los árabes establecidos en el sur. Es más, la mayoría de los hispano-visigodos (mozárabes) siguió viviendo en sus hogares con la dominación árabe y se fue mezclando con ellos, de forma que cuando avanzó la reconquista, los hispano-árabes (mudé-jares) también permanecieron en sus casas, aceptando y adaptándose a los nuevos dominadores cristianos.

La manera árabe de concebir la realidad pasó en muchos casos al español en lo que Américo Castro ha llamado, con acierto, calcos semánticos. En estos calcos las palabras son castellanas, pero la idea es árabe. Tenemos ojo de agua por manantial o fuente; acero por filo, espada o metal; expresiones como: tener hambre de lobo, está usted en su casa, amanecí pobre y anochecí rico, y ojalá que significa Alá lo quiera; o sea, Dios lo quiera.

El deseo de eliminar el elemento árabe del español, tal como se ha producido en algunos momentos, es un mal que conviene corregir, pues hay que olvidar el importante papel que desempeñaron como creadores y difusores de la cultura. De todas formas, no está aún suficientemente estudiado el influjo lingüístico del árabe sobre el español en el campo de la sintaxis, la construcción, los tonos, los ritmos, etc.


Período de orígenes

En los núcleos, desde donde se inició la reconquista, se formaron los distintos dialectos españoles que eran: el gallego, el astur-leonés, el castellano, el navarro-aragonés y el catalán.

El aislamiento y la general incomunicación de estos pueblos provocó que paulatinamente fueran diferenciándose las expresiones lingüísticas de cada región. Con esta disgregación se rompe la unidad idiomática que existía en la península antes de la invasión árabe.

De estos cinco dialectos, fueron el gallego, el castellano y el catalán las tres formas lingüísticas que consiguieron desarrollarse y llegar a ser lenguas, pues ampliaron su vocabulario, establecieron su gramática y florecieron literariamente. De ser dialectos incipientes, se convirtieron en lenguas y aprisionaron a los otros dialectos intermedios.

Posteriormente, el español adquiere mayor importancia y se impone a las otras lenguas románicas de la península, tanto por su mayor producción literaria como, especialmente, por la gran importancia política de su reino que llevó el peso de la reconquista contra los árabes.




A partir del siglo IV se han producido ya importantes evoluciones en el latín hablado, en el que empleaba la gente en su uso diario; es decir, el latín vulgar. Las invasiones germánicas posteriores, que en la Península Ibérica fueron de suevos, vándalos, alanos y visigodos, contribuyeron a la rápida evolución de la lengua hablada; mientras que la escuela hacía inútiles esfuerzos por mantener una unidad que se conservó, con muchos errores y vacilaciones, en la escritura, patrimonio de unos pocos, puesto que la generalidad del pueblo y de los nobles era analfabeta

El latín escrito que podemos encontrar en textos de los siglos X y XI, nos ofrece ya el nacimiento de un dialecto evolucionado del latín vulgar, que se caracteriza en su nacimiento, por su decisión en tomar unas características diferenciadas del latín y se mantiene en ella aplicándolas a todos los casos, en tanto que en otras regiones la actitud es más vacilante.

Mientras otras regiones vacilan entre -eiro, -airo o -ario como resultado del –ariu latino, en Castilla se prefiere la forma más avanzada:-ero (panadero) o su femenino-era (lechera). En el siglo X, en plena etapa de indecisión de los otros romances peninsulares, el castellano ya ha tomado decisiones peculiares y diferenciadoras, que se mantendrán hasta hoy y que lo distinguirán de las otras lenguas de la península e incluso, de las lenguas de la Romania: toda aspiración y pérdida de f- inicial, grupo kt>ch, lacte>leche, diptongación en sílaba libre y trabada y muchos más rasgos cuyo estudio no es de interés en este apunte.


VOCABULARIO DEL CASTELLANO

   75%           procede del latín         
   10%  del griego
5%       del árabe
10%     resto de aportaciones:
—lenguas de sustrato
 —fenicios y cartagineses
 —germánico-visigodos —gallego y catalán
—italiano, francés e inglés
 —lenguas americano-precolombinas.


Aunque en la actualidad es indiferente el uso de español o castellano, en este momento del tema es más conveniente llamarle castellano, por contraposición a las otras lenguas de la Península Ibérica; mientras que es más adecuado llamarle español, por diferenciación con el resto de las lenguas europeas.

Desde que aparecen las primeras palabras en romance castellano, que son palabras latinas con pequeñas variantes y diferentes entonaciones, y hasta que llega a hacerse una lengua, el incipiente castellano va sufriendo una lenta evolución en etapas de inseguridad y de desarrollo, para llegar a encontrar su fisonomía propia.
Hasta el siglo XIII, el español tiene una evolución y manifestación fundamentalmente de tipo oral. Ya en el siglo XIII recibe un fuerte impulso al hacerse idioma oficial de la corte y dejar de redactarse las leyes en latín. La llamada lengua del vulgo sirve para la literatura, la historia y la legislación.

El castellano es fruto de la evolución y transformación del latín junto con el aporte de otras lenguas.

 Peculiaridades del castellano frente al latín

El proceso de evolución de una lengua que se produce en un momento determinado y en un espacio concreto, hasta que nace otra, puede parecer que sucede de forma espontánea y, por tanto, desordenada y arbitraria, pero en realidad no es así; esto sucede en virtud de unas tendencias generales y unos condicionamientos concretos, que se producen precisamente en ese momento y en ese lugar y no en ningún otro.

No entraremos aquí a analizar las causas semánticas, lingüísticas y culturales por las que todos los hablantes de una misma comunidad hacen evolucionar su lengua por unos derroteros diferentes de sus vecinos, a pesar de que ambas parten de una misma lengua madre, como en nuestro caso es el latín.

Las principales características que va tomando el castellano, y que lo hacen ir diferenciándose del latín son las siguientes:

1. Transformaciones de consonantes:
— se cambia de
p a b
t a d
k a g
        tenemos ejemplos como:
vita > vida
lupus > lobo
fórmica > hormiga
apoteca > bodega
gratia > gracia
pater > padre

2.      Transformaciones de vocales:

        se crean o se suprimen diptongos
porta > puerta
petra > piedra
laico > lego
leite > leche
mortis> muerte
tauro > toro
        se transforman vocales
lupus > lobo
ligna > leña
piscis > pez

3.         Se pierden sonidos en las palabras:
—la f se transforma en h
ferrum > hierro
faceré > hacer
filium > hijo
fumu > humo

4.         Se crean sonidos y fonemas nuevos:
nocte > noche
piscis > pez
ligna > leña
ratio > razón
multus > mucho
canna > caña

5. Se cambian las desinencias de los casos:

— en sustitución se aplican preposiciones
nominativo singular: rosa — la rosa
genitivo singular: rosae — de la rosa
genitivo plural: rosarum —de las rosas
dativo plural: rosio —a las rosas

6.         Se crea un nuevo orden en la frase:
— se establece el orden de:
sujeto — verbo — complementos.

7.         Se utilizan tanto palabras del latin culto, como del vulgar:

del latín vulgar «caballus», aparece
 caballo y deriva en caballero;
latín culto «equus», aparece equino y deriva en equitación


Enriquecimiento del léxico castellano

.

En los siglos X y XV el castellano va evolucionando hasta llegar a encontrar su fisonomía definitiva. Es precisamente en la época de los Reyes Católicos cuando se impone como único idioma oficial en el nuevo reino, que comenzará a llamarse en adelante España.
En el futuro seguirá recibiendo aportes de otras lenguas, algunas palabras cambiarán en su forma o ampliarán su significado en otras facetas, pero el período de formación termina. Llega a ser una lengua con su gramática establecida, con un uso homogéneo en todo el ámbito de la comunidad sociopolítica y llega a tener un amplísimo bagaje de manifestaciones literarias.

En los cinco siglos posteriores, o sea, desde el siglo XVI hasta nuestros días, el castellano se ha ido enriqueciendo con las aportaciones de otras lenguas que han estado en contacto con sus habitantes, comenzando por las otras lenguas románicas de la Península ibérica que entraron a formar parte del mismo estado




España en los tiempos de los Reyes Católicos (s. XV)

Algunos vocablos de estas otras lenguas románicas son:

Gallego:
Arisco, bandera, biombo, capullo, caramelo, chopo, chubasco, corpiño, mermelada, morriña, sarao, vigía

Catalán:
Anguila, armatoste, bandolero, clavel, cuartel, faena, forastero, grúa, paella, peseta, retal, vinagre

Durante la época renacentista y por el predominio de Italia en este periodo cultural, y además el dominio que la corona de España tuvo durante los siglos XVI y XVII de amplios territorios de la futura Italia se produjo una penetración de vocablos italianos en nuestra lengua.

 Palabras de origen italiano en el español


adagio
bicoca
cúpula
Mandolina

Alegro
bisoño
diseño
mostacho

Apoyar
Bizarro
Embestir
Novela

Arenga
Bonanza
Escaramuza
oratorio

Aria
Cabriola
Escopeta
partitura

Asalto
capricho
escorzo
Perfumar                  

Atacar
caricatura
Fachada
Piano
Avería
Carroza
Festejar
Piloto
Banca
Centinela
Filarmónica
Romanza
Batuta
Charla
Fragata
Soneto
bemol
Corsario
Infantería
Terceto
barcarola
cortejar
libreto
violón


Otro pueblo que estuvo frecuentemente en contacto con los hablantes del español fue el francés; por ello en la actualidad es la lengua moderna que, por ahora, más vocablos ha aportado al español. Sus aportes han llegado fundamentalmente en dos épocas diferentes: en el Medievo, a través de frailes y peregrinos, y en el siglo XVIII con la entrada de la dinastía de los Borbones en el trono de España.



astracán
chaqueta
funcionario
paja
bagaje
cofre
gabinete
pana
bajel
cretona
galante
pantalón
banquete
deán
garaje
peaje
barricada
detalle
homenaje
piqué
batería
doncel
hotel
rango
bayoneta
doncella
lingote
restaurante
báscula
equipaje
manjar
salvaje
bombón
espectador
maquillaje
sargento
brigada
espectro
mensaje
satén
brillar
fantasear
mesón
tafetán
bufete
ficha
metralla
trinchar
cabotaje
finanzas
modista
tupé
cadete
fraile
monje
vianda
cárcel
franela
organdí
visar


Desde el comienzo de la conquista de América, los españoles trajeron su lengua a nuestro continente y, como otros pueblos dominadores, impusieron junto con sus leyes, sus costumbres y sus hábitos religiosos y morales, su forma de expresión, y que en este caso fue el idioma español, sobre todo cuando con el paso del tiempo aumentó el número de criollos y mestizos. No obstante, del quechua, el náhuatl, el aino, el antillano, el arahuaco y de otras lenguas que existían y que algunas de ellas aún perduran en nuestros continentes, muchos vocablos se fueron adoptando en la lengua oficial de la colonia y de las nuevas repúblicas independientes.

El idioma español es propiedad de todos los hablantes de todas las naciones que lo usan

En los primeros tiempos fueron los nombres de plantas, frutos, animales e instrumentos desconocidos para Europa, luego han ido entrando muchos más vocablos y en la actualidad, cada República de nuestro continente tiene un amplio bagaje de vocablos autóctonos, que si bien están introducidos en el idioma común, no obstante son de uso propio de cada país.

Entre los primeros vocablos autóctonos que entraron en el español están:

Alcatraz, alpaca, anaconda, ananá, banano,  barbacoa, batata, cacahuete, cacao, cacique, camalote,  cambur,  caracú, carey, carpa, capibara, chicle, choclo, chocolate, coca, colibrí, corcoveo, coyote, cóndor, enaguas, guaca, guacamayo, guayaba, guineo, hamaca, hule, huracán, iguana, jaguar, jocote, lechosa, llama, loro, maíz, mandioca, mango, maní, maracas, mate, mucama, ñame, ñandú, ocumo, opados, palta, pampa, papa, paraguatán, petaca, petate, piragua, puma, quena, quina, rijoso, sabana, tabaco, tamarindo, tapioca, tiburón, tiza, tomate, urape, vicuña, yuca, zamuro, zapallo, caucho, jíbaro, patilla, zapote, cayanes, jícara, payador, zopilote.



A partir de la revolución industrial del siglo XIX, y con la intensificación del comercio en el mundo anglosajón, se adoptaron muchos términos del inglés que se adecuaron al español. El problema de la actualidad es que están penetrando sin ningún tipo de evolución adaptativa a nuestro idioma y con una mezcolanza en el uso habitual, que va en perjuicio de nuestra identidad, de nuestra historia y de nuestros valores culturales, que nos son propios por heredados de nuestros antepasados. Hay que tener cuidado con ese neocolonialismo lingüístico que, por moda y esnobismo, adoptan algunos compatriotas.

Algunos vocablos ingleses adaptados al español son:         

afiche               cóctel                         gángster               rifle
bisté                 córner                         güisqui                 ring
bote                  deceso                        interviú               rímel
brequear          driblar                                     líder                   rosbif
cheque              eslogan                       lonchar               tenis
clip                   esnobista                     mitin                  tique
club                  estádar                        overol                tranvía
confort                         festival                        penalti                trust
convención     flirtear                         pijama                turista
convoy                         fulear                          raíl                    túnel
corporación     fútbol                          rentar                vagón          yate


Otros vocablos muy usados   habitualmente, pero no españolizados:         
                       
affair               cameraman     manager          single
barman            camping          music-hall       sketch
best-seller        cover-girl        picnic             snack
bluff                hall                  record            snob
boom               handicap        sandwich         sweater
bridge              high-life          short   


Estas son, muy en síntesis, las Fuentes del léxico del español o castellano, la etimología u origen de las palabras primitivas de nuestro idioma, que luego, con diferentes procedimientos de composición o de derivación, van creando nuevos vocablos, que permiten variedad, flexibilidad y riqueza en el idioma.

 Evolución del castellano hasta el descubrimiento de América

Durante los siglos X y XI, a la vez que se iba propagando la expresión oral en el incipiente castellano, iba apareciendo una naciente literatura primitiva también de difusión oral. En el siglo XI se aprecia un leve renacimiento cultural que se manifiesta en la mejor calidad del latín escrito, puesto que el latín seguía siendo la lengua oficial de los documentos públicos y privados.

Las manifestaciones poéticas en la nueva lengua romance —el castellano— no eran dignas de escribirse y conservarse; tanto porque no merecía la pena malgastar los pergaminos, siendo como eran escasos y costosos, como porque eran muy pocas personas las que sabían leer y muchos menos los que fuesen capaces de escribir. Existían escribanos cuyo oficio era ser expertos en ese difícil arte de escribir un manuscrito.

De todas formas, se conservan algunas muestras literarias escritas en mozárabe, que se conocen como jarchas y son poemas breves en los que una doncella se queja del amante.



«Garid bos, ay yermanellas,
 ¿kom kontener he mew male?
Sin al-habib mon bibreyo:
¿ad ob l'irey demandare?»

Decid vos, ay, hermanitas,
¿cómo contendré mi mal?
 No viviré sin mi amigo;
¿a dónde le iré a buscar?

“as-sabah, game de on benes
Ya lo se k’otri ama
A mibi non qeres.”

Aurora bella, dime de dónde vienes.
Ya lo sé que a otra amas
 y a mí no me quieres.

Luego aparecen una lírica amorosa y una poesía popular de cantares canciones festivas.

Durante el siglo XII. En este siglo aparece una cierta influencia francesa provenzal a causa de los trovadores y los peregrinos que llegan por el Camino de Santiago, introduciendo algunos vocablos. La expresión en castellano se basa en la construcción de frases yuxtapuestas coordinadas unidas con la conjunción et que significa y.

El romance se pone de moda de forma ya irreversible y los juglares los van cantando —se recitaban en forma de tonada— de comarca en comarca y así van quedando en la memoria popular, que los transmite oralmente de generación en generación; en cada zona con sus variantes dialectales o con sus argumentos variados.

En esta época se escriben dos obras maestras de la literatura, pero que aquí nos interesan en el aspecto de que a través de ellas podemos observar el proceso de formación de la lengua castellana. Estas dos abras son el «Cantar del Mio CId» y el «Auto de los Reyes Magos». Junto a estas dos obras inigualables existen otras obras épicas y líricas en este período.

Durante el siglo XIII. Ya en este siglo se abandona el latín como lengua de uso oficial, y la llamada lengua del vulgo se utiliza no sólo para a literatura, sino también para las crónicas reales, para los asuntos notariales y para la legislación. Esto se hace por decisión del rey Alfonso X, el Sabio. Este rey, además de ordenar que se redacten en castellano los documentos oficiales, se dedica personalmente a una ingente labor cultural escribiendo una gran cantidad de libros de todo tipo; recopila la legislación y patrocina una Escuela de Traductores de Toledo, que permite transmitir a todo Occidente la cultura de la época, y la reedición de las obras de la cultura clásica grecolatina.

El castellano se fija ortográficamente y los mismos autores, como el propio Alfonso X, se preocupan por expresarse no sólo con claridad y con belleza, sino también con corrección ortográfica. Tengamos en cuenta que eran obras manuscritas y los amanuenses o copistas podían cometer errores al escribir la copia de una obra.

Durante el siglo XIV. Aparecen ya los estilos personales que imprimen un sello de naturalidad y de frescura al idioma. El vocabulario se basa en el lenguaje vivo y popular que usan los aldeanos. Hay una mayor soltura sintáctica, abundando los refranes y las frases de sabor callejero, que parecen más un lenguaje oral que unas obras escritas. Aumentan el léxico con la introducción de cultismos derivados del griego y del latín, aunque también se utilizan, incorporándolas al castellano, palabras del árabe y del hebreo.

De los temas toscos y duros de las obras épicas o de lo ingenuo de las obras religiosas como los Milagros de Berceo, en este siglo, la literatura se va refinando pasándose a lo delicado y sugerente de los temas líricos. Se generalizan los romances con temas caballerescos y amorosos. La lengua se va haciendo más flexible y más dulce y permite tratar con mayor facilidad temas más emotivos.

Durante el siglo XV. En este tiempo aumenta el interés, iniciado en el siglo anterior, por los temas y estilos clásicos. Italia influye con su Renacimiento. Esto implica la introducción de vocablos del latín culto, y como Italia filtra esta influencia, también se introduce en el castellano gran número de palabras italianas.

Otro aspecto interesante es la incorporación de la mujer al gusto por la lectura, que influye en una cierta sencillez de los géneros literarios, como la introducción de la novela sentimental que permite utilizar formas y expresiones de tipo popular y vulgar como el leísmo y el laísmo.

Es un siglo en el que domina la lírica. Hay tanta afición por lo literario, que en un par de cancioneros que se escriben por esa época, recopilando algunas obras de los autores más importantes, se selecciona en cada uno más de doscientos autores, lo cual nos puede dar un perfil de la época con la soltura y la perfección que adquiere el idioma para que sea apto en la expresión de emociones y sentimientos líricos.

Antonio de Nebrija escribe al finalizar el siglo la primera gramática castellana, precisamente poco después de descubrirse América.

Evolución del castellano desde el descubrimiento de América hasta hoy

Durante el siglo XVI. El lenguaje va acercándose a su perfección. Como es una lengua acostumbrada a recibir y aceptar vocablos de otras lenguas, cuando entra en contacto con las denominaciones que las lenguas autóctonas amerindias dan a toda una serie de productos desconocidos para los españoles, recibe con facilidad esos vocablos que enriquecen el castellano y pasan a formar parte de su léxico.

Juan de Valdés escribe su “Diálogo de la lengua” donde da normas de uso correcto.  Comienzan a generalizarse los gramáticos y las gramáticas del castellano con estudios sobre aspectos léxicos, sintácticos y  hasta fonéticos.

La necesidad del aprendizaje del castellano por parte de los indios americanos y de personas de otros países europeos —en un momento de predominio español en Europa— provoca la aparición de diccionarios bilingües.

Durante el siglo XVII. En esta etapa el sistema fonético y fonológico medieval acaba siendo sustituido por el moderno. Parece muy probable que por este tiempo la pronunciación ya era como la de ahora. Ya existe la diferencia en el ceceo y seseo entre la expresión norteña o de Castilla y la andaluza en el sur. En el norte está la corte y el habla que se impone oficialmente, mientras que en Sevilla está la Casa de Contratación que controla la colonización americana. Los sureños van a América y llevan su pronunciación, que hoy es propia de la mayoría de los hispanohablantes.

En el Siglo de Oro podemos considerar dos momentos .en la evolución del español. Una primera etapa áurea, de equilibrio, naturalidad y perfección que, iniciada por los místicos, culmina con Cervantes, y otra etapa barroca de retorcimientos y brusquedad, que tiene su representa-ción en el conceptismo y el culteranismo.

La perfección del lenguaje podemos centrarla en el Quijote de Cervantes, que se caracteriza por la elegancia y el equilibrio. En la boca de Sancho aparece el lenguaje natural del pueblo, lleno de refranes; en la de don Quijote, el ampuloso y afectado de los libros de caballería. Pero en medio está el estilo fluido y perfecto de Cervantes, que desarrolla en su narración, fuera de lo vulgar o lo artificioso de sus personajes.
El conceptismo y el culteranismo buscan constantemente el enriquecimiento de la lengua. Los conceptistas buscan una reforma esencial del concepto, mientras que los culteranistas quieren un rodaje culto y complicado de las ideas. Ambos quieren que las ideas sean sólo inteligibles para los que tienen un conocimiento suficiente del lenguaje. Los dos amplían el léxico, dan mayor libertad a la sintaxis y enriquecen la semántica con alteraciones en los valores de los significados.

Durante el siglo XVIII. A finales del siglo XVII decae la importancia de España. Ya en el siglo XVIII no hay grandes autores y políticamente entran los Borbones franceses a reinar. Por el contrario, Francia está en su momento de auge. Gobierna el Rey Sol y los autores neoclásicos imprimen su estilo en toda Europa.

España no se libra de esta moda; con un rey francés en el trono, las costumbres se afrancesan y, sobre todo, entra en nuestra lengua un sinnúmero de vocablos galos.

Pero el castellano gana en este siglo una importante batalla al convertirse en la lengua de la ciencia y la enseñanza. Las obras científicas se escribían, hasta entonces, en latín, que era la lengua utilizada para hablar en la universidad. Esto conlleva un problema para el castellano y es que el idioma se llena de barbarismos y especialmente galicismos, al tener que poner en español vocablos científicos ya consagrados en otras lenguas que se aceptan e introducen sin más.

Este problema será, desde entonces hasta hoy, uno de los más graves de nuestro idioma por la salvaje incorporación de términos extraños cuando, en muchos casos, tenemos otros términos que se pueden usar o adaptar. Si, finalmente, fuera necesario recibir ese vocablo, lo más adecuado es adaptarlo a nuestra lengua.

Por ello, fue muy importante que en este siglo se fundara —por influencia francesa— la Real Academia de la Lengua precisamente en 1713. Un año después se aprobaron sus estatutos y posteriormente se han ido creando Academias en los restantes países de habla española.

La función de la Academia no es decirnos cómo tenemos que expresarnos o cómo tenemos que traducir una palabra extranjera al español. Su misión es la de sancionar con la inclusión en el diccionario de un uso que se considera ya aceptado dentro de la norma española. Justamente la Academia Española empezó su labor con la publicación —entre 1726 y 1739— de los seis volúmenes del «Diccionario de Autoridades», donde se autoriza el uso de vocablos y expresiones que ya hayan sido utilizados por personas de reconocido prestigie en el uso correcto de la lengua.

Durante el siglo XIX. En la primera mitad del siglo XIX triunfa el Romanticismo, que alejándose de la rigidez neoclásica se lanza a dar rienda suelta a la fantasía, la imaginación y el sentimiento. El autor es libre de expresarse subjetivamente y utilizar las expresiones pintorescas del pueblo.

En la segunda mitad del siglo XIX gira el estilo hacia la novelística realista. Se deja la fantasía y los novelistas pretenden reflejar minuciosamente la realidad, a través de un lenguaje sencillo y vivo. En algunos autores esta novela se hace costumbrista, lo que les permite incorporar algunas locuciones regionales; en otros autores el realismo llega a ser tan exagerado, hasta en los detalles más desagradables, que recibe el nombre de Naturalismo.

En el siglo XIX se independizan las repúblicas americanas de la corona española, pero unos y otros quedan unidos indeleblemente por un idioma común.

Las voces que se levantaron en la emancipación creyendo que llegaría la disgregación del español  y que ocurriría algo semejante a lo que sucedió con el latín después de la caída del Imperio Romano, ya se han  acallado porque el tiempo ha demostrado lo contrario.

A uno y otro lado del Atlántico se sigue enriqueciendo el idioma en vocaablos y acepciones. Precisamente en el siglo pasado los autores costumbristas y realistas iberoamericanos introducen en la literatura el inmenso campo de las expresiones populares de cada uno de nuestros pueblos y regiones del continente americano.

Durante el siglo XX. La utilización masiva de la lengua en los modernos medios de comunicación hace que haya una tendencia general a contagiarse los modos de expresión de los hablantes iberoamericanos y de los españoles. El cine y la televisión han acercado y contagiado vocablos y expresiones que hasta hace poco eran exclusivas de unos u otros.

Desde el Modernismo hasta la narrativa contemporánea, Iberoamérica se ha hecho más protagonista del lenguaje castellano. Los narradores de lo que se ha dado en llamar el «boom» americano han tomado la iniciativa y ofrecen a los hablantes de ambos continentes una nueva riqueza de estilo, vocabulario y expresiones, que está imprimiendo al idioma una mayor variedad y la confirmación de la idea de que el idioma es propiedad de todos los hablantes.

Como dice el estudioso de la lengua, el venezolano Ángel Rosemblat: «no solamente está profundamente hispanizada América, sino que está convirtiendo en el más poderoso campo de hispanización del mundo».

La vitalidad de la lengua española se revela no sólo en su creciente difusión, sino también en la fundamental unidad que ofrece, a pesar de usarse en tierras y ámbitos sociales tan diversos. Esta cohesión se debe principalmente a la robustez de la tradición literaria, que mantiene vivo el sentido de la expresión correcta. El uso culto elimina o reduce las particularidades locales para ajustarse a un modelo común, que el asentimiento general de los españoles ha identificado en la mayoría de casos con el lenguaje normal de Castilla. Las diferencias aumentan conforme es más bajo el nivel cultural y menores las exigencias estéticas; entonces asoma el vulgarismo y se incrementan las notas regionales. Pero  es hondamente significativo que los rasgos vulgares sean, en gran parte, análogos en todos los países de habla española.

La importancia de nuestra lengua no es sólo numérica, sino también cultural y científica. A este respecto dice Rosemblat:
«Desde el punto de vista numérico ya se ve la importancia del español. Se observa hoy, hasta en los países más lejanos, un interés creciente por nuestra lengua, que gana centenares de cátedras en universidades, escuelas y colegios. Ese interés se debe sobre todo a la importancia cada vez mayor de Hispanoamérica, con su potencial demográfico (es una de las zonas de mayor crecimiento del mundo: se calcula que tendrá 480 millones dentro de cincuenta años) y su riqueza, gran abastecedora de materias primas y consumidora de productos elaborados, un mundo además en imprevisible transformación económica y social. Pero es indudable que, salvó para una función subalterna, no cuenta sólo el número. El destino de una lengua está en función de su valor cultural y aún más, en nuestra época, de su valor político.

Millones de hispanohablantes
México                                 56
España                                             38
Argentina                             29
Colombia                              24
Perú                                       16
Venezuela                              13
Chile                                      11
Cuba                                      10
Ecuador                                  8,5
Guatemala                              6,5
Bolivia                                    6
República Dominicana           5
El Salvador                            4,5
Uruguay                                 4
Puerto Rico                            4
Honduras                               3
Paraguay                                3
Nicaragua                              3
Costa Rica                            2,5
Panamá                                 2,5
Latinoamericanos residentes en USA           15
Sefardíes, Filipinas, Norte de África,
Sahara y Guinea Ecuatorial                           2,5


“Desde el punto de vista cultural, nos complacemos con nuestros valores tradicionales, que en el siglo XVI y en el XVII dieron proyección universal a nuestra lengua, y con la nueva grandeza de la literatura española, desde el 98, y de la hispanoamericana, que está cobrando ímpetu nuevo, sobre todo en la narrativa. ¿No le asegura ello al español un puesto de primer orden en el mundo? El porvenir de nuestra lengua, ¿no es el porvenir de nuestra cultura? Pero el centro de gravedad de la cultura parece que se está desplazando decididamente —quizá de modo alarmante— hacia la ciencia. El paradigma de la grandeza espiritual, que fue en un tiempo el santo, el escritor o el artista, ¿no tiende cada vez más a serlo el científico? Y en este terreno padecemos, sin duda, un déficit notorio: en la actividad científica y técnica, que está transformando la fisonomía del mundo y el contenido de nuestras vidas, que está ya gravitando hasta sobre las artes plásticas, hasta sobre la música, somos países subdesarrollados que lo recibimos casi todo hecho y, con ello, claro está, un léxico extraño. ¿Cabe tomar la iniciativa o seguiremos diciendo que inventen ellos y resignándonos a un decoroso puesto de retaguardia? Hoy el poderío científico y técnico está casi enteramente monopolizado por las grandes potencias, y parece difícil una competencia eficaz, a no ser en campos limitados. Pero nuestro mundo hispánico, ¿no constituye también una de las grandes potencias?

«Indudablemente sí, pero está fragmentado en veinte naciones. La dispersión y el fraccionamiento parecen ser nuestro sino, aun en la misma península. El gran movimiento de integración del mundo nos deja por eso un poco al margen. ¿Tendremos que contentarnos con ser sujetos pasivos de la historia? ¿No podemos aspirar a un papel de protagonistas?...»


Unidad y variedad del castellano hablado en América

El hecho que ha incidido más poderosamente en la evolución del castellano a lo largo de su existencia ha sido, sin duda alguna, su expansión a partir del siglo XVI por el continente americano y consecuentemente su contacto con la realidad americana.

Un nuevo mundo surge a la faz del orbe, como algo increíble y maravilloso, y he aquí que este mundo tiene su paisaje, sus criaturas y sus lenguas. Cuando los descubridores y conquistadores llegan por primera vez a estas tierras y oyen el lenguaje musical y diverso de estos seres de bronce, ven también por primera vez animales y vegetales nunca vistos en Europa; al mismo tiempo que conocen nuevas costumbres, danzas y ritos.

Como la cultura y civilización europea es muy superior a la de los nativos, el castellano, como lengua, vence a las lenguas americanas, y se produce el doble caso de su propagación por América a la vez que su enriquecimiento con nuevos aportes, porque los productos, enseres, animales, costumbres y algunos lugares, conservarán los nombres indígenas.

Las Crónicas de Indias es una continua historia del contacto lingüístico entre los españoles y una amplísima población de indios que no hablaban una lengua conocida para ellos. Los conquistadores querían comunicarse con la población indígena y para ello era necesario el idioma; una lengua que permitiese la convivencia, aunque desde unas claras relaciones de dominio y explotación. La primera actitud y el primer problema por resolver era aprender la lengua de los indios y que éstos aprendieran la del conquistador. Cuando comprobaron que no había una lengua de indios, sino que en cada isla del Caribe y en cada ámbito tenían una lengua o un dialecto diferente, la solución más fácil era imponer la lengua del conquistador.

De todas formas, desde el comienzo de la colonización, se crearon escuelas en las que se enseñaba, no sólo artes y oficios, sino además el español y la lengua indígena. También, el primer libro impreso en América era un libro bilingüe de doctrina cristiana escrito en náhuatl y español en 1539.
Un investigador de finales del siglo XIX recopiló más de dos mil libros diferentes que se guardaban en las principales bibliotecas españolas; todos ellos relativos a las diferentes lenguas indígenas de América.

Cuando los españoles fueron conquistando y colonizando América, se fueron encontrando con un mundo absolutamente diferente al europeo que evolucionaba de los modos medievales a los estilos modernos. Se encontraron con una cultura, con unas lenguas, con unas formas de vida, con un clima y con unos productos de la naturaleza que no conocían y para los que no tenían palabras con las que designarlos. Había que traducir y adaptar al castellano las cosas americanas e incorporarlas a la lengua.

Tres son los pueblos que han aportado mayor caudal lingüístico al español:

A)    Los indios de las Antillas: si bien eran inferiores en civilización a los otros dos grupos , aportaron bastantes vocablos porque fueron los primeros indios a quienes conocieron los europeos. De ellos provienen: canoa, maíz, colibrí, guacamayo, huracán, cacique, ceiba, etc.

B)    Los indios del gran imperio mexicano, los aztecas aportaron también muchos vocablos: cacao, chocolate, cacahuete, tomate, jícara, petate, petaca, etc.

C)    El gran Imperio quechua del Perú dio muchos nombres: papa, chacra, pampa, puna, cóndor, vicuña, alpaca, jaguar, boa, loro, locro, etc.

El escritor Pedro Henríquez Ureña explica de esta forma lo que significó la aportación americana al léxico castellano:
«Además de dar a Europa tantos motivos de especulación y fantasía, América le dio muchas palabras y cosas nuevas. Los exploradores, de regreso, llevaron consigo las palabras. Ya en 1493 Colón y sus compañeros hablaban de las canoas indias, y Nebrija, el gran humanista, registró inmediatamente el término. Aparecieron también nuevas palabras en los escritos de los incontables cronistas y en los poemas de Ercilla, Juan de Castellanos, Eugenio de Salazar y Juan de la Cueva. Muchas de ellas se difundieron por el mundo entero y penetraron en idiomas bien lejanos: tabaco, papa, maíz, hamaca, sabana, caníbal, del taino de las Antillas; huracán, del quiche del Yucatán, a través de las Antillas; piragua, manatí, del Caribe; cacao, chocolate, chicle, tomate, tamal, coyote, del náhuatl de México; quinina (derivado de quina), alpaca, guano, pampa, del quechua del Perú; coca, del aimara (hablado en lo que es hoy Bolivia); ipecuana, del guaraní del Brasil y Paraguay.»

Hay vocablos indígenas que pasaron al español y, a su través, al resto de lenguas modernas. Otros sólo pasaron al castellano, y existe un tercer grupo de vocablos que sólo se incorporaron al uso del castellano en algún área concreta de América, en algún país o sólo en una región determinada.

Sumados todos los americanismos que se han incorporado al castellano, aunque sólo sea en una pequeña región, la cantidad es mayor que los vocablos de influencia árabe. Pero aunque así fuera no pasaría de un cinco por ciento de todo nuestro vocabulario.
El hecho de que en algunos países o regiones se usen algunos vocablos específicos, no permite rechazar la idea básica de la profunda unidad del idioma español entre los más de trescientos millones de personas que lo hablan.

Esas variedades regionales sólo se centran en el idioma hablado a nivel familiar y popular. Y esto sucede no sólo entre regiones y países de América, sino también entre regiones de España.

El español o castellano de los medios de comunicación, el español escrito y el hablado entre personas algo cultas, es completamente igual en lo sustancial, a pesar de la diversidad de naciones y de la variedad étnica de sus hablantes.

La continua incorporación de vocablos nuevos o autóctonos al castellano significa varias cosas:

1a  La lengua es el patrimonio común de todos los habitantes.
2a  No hay ninguna nación que sea dueña del idioma.
3a  La lengua es un organismo vivo que evoluciona, pues si fuera estática estaría ya muerta.
4a  A mayor número de hablantes, mayores son las posibilidades de influir en su evolución.
5a  En cada nación se habla el castellano condicionado por diferentes contextos históricos.

 Causas del habla peculiar del castellano en las diferentes naciones americanas

Las circunstancias que influyen en la configuración del castellano en América y que facilitan las pequeñas peculiaridades son:

La lengua de los conquistadores y emigrantes de España. El castellano se habla con entonación y con diversidad de giros y vocabulario en cada región de España. Los conquistadores, los colonos los religiosos y los emigrantes de las últimas décadas han influido con su habla y vocabulario peculiar en la configuración del castellano en cada país.           
El contacto con las diversas lenguas indígenas. Las lenguas autóctonas coexistieron con el español y fueron enriqueciéndolo según la importancia de la lengua nativa por el número de hablantes y su extensión geográfica. Otro aspecto es que se asimilaron muchos vocablos del taino por ser la primera lengua indígena conocida por los españoles especialmente ante la necesidad de denominar cosas desconocidas para ellos, como canoa, hamaca, petate, piragua, hule, huracán, etc.

La influencia de otras lenguas. Se produce de forma diversa en cada región según predominen unos y otros aspectos de los siguientes:

        Vocablos y entonaciones africanas en zonas costeras donde se utilizaron esclavos negros.
        Las zonas fronterizas con el Brasil muestran una influencia del portugués a la vez que a ellos les sucede a la inversa.
        Las emigraciones europeas de finales del XIX, especialmente de italianos al sur del continente, han introducido vocablos italianos, pero también llegaron árabes, franceses, alemanes...
        El afán imitador de formas extranjeras para presumir de cosmopolita puso de moda el coñac en la boite o el cabaret y luego el brandy en el night club, y tantos otros vocablos del francés y del inglés.
        El colonialismo comercial norteamericano ha colocado infinidad de vocablos en el castellano de nuestros días, tanto en el campo comercial como en los transportes, los deportes y en cualquier faceta de la vida social.

        Los millones de latinos residentes en USA están formando una lengua de habla que muchos llaman el hispainglich, por ser una mezcla de ambos idiomas.

La forma de ser del grupo humano en la sociedad colonial e independiente. Según sean las naciones más tendentes a lo introvertido o lo extrovertido, según vivan en un ambiente aislado o de mayor comunicación, según sean más o menos imaginativos; a lo largo de los cinco siglos que los pueblos americanos han usado y manejado el castellano, hemos tenido la ocasión de guiarnos por una de estas dos tendencias o por un equilibrio entre ambas, como sucede en Venezuela:

        Tendencia conservadora y, por tanto, mantenimiento de formas arcaicas de expresión del siglo XVI o XVII, puesto que se desconoce la evolución producida en otras regiones, por ejemplo catar, mercar, lumbre, mata, corral, aguaitar, endilgar, esguazar, haiga, trujo, vide. El ambiente campesino es más propenso al tradicionalismo conservador en la lengua, como sucede con el aína andino y llanero venezolano.

        Tendencia innovadora e imaginativa que no busca corromper la pureza del idioma, sino darle vida, ampliar sus horizontes y encontrar nuevas formas que mantengan el colorido, la viveza y la versatilidad que el español siempre tuvo. Las palabras son corazones vivos y no relicarios como ya dijo Valle-lnclán.

 Características del español hablado en América

EN LA MORFOLOGIA

          Seseo: pronunciar el fonema IzJ (ce, ci, za, ze, zi...) como /s/:
sita > cita
sine > cine
sera > cera
rasa > raza

          Yeísmo: pronunciar la /II/como /y/:
mueye > muelle
casteyano > castellano
caye > calle
gayo > gallo

          Aspiración de la /s/ al final de sílaba:
rajca > rasca
loj > los
cohta > costa
bohque> bosque

          Simplificación de grupos consonánticos
.
dotor > doctor
bacco > barco
ación > acción

          Transformar la /h/ inicial en /]/ o /g/:

jigo > higo
güevo> huevo
¡echo > hecho
jocico > hocico
jarto > harto
gilo > hilo

·         Confundir /r/ y /l/ o /b/ y /g/

Rública > rúbrica
Señol > señor
güeno> bueno
sordao > soldado
agüelo > abuelo

·         Confundir el sonido inicial de la f:
jiesta > fiesta
juerza > fuerza

·         Perder la /d/ intervocálica de los participios:

venío > venido
vendió > vendido
comprao> comprado

          Conservar la f arcaica del latín:

fumea > humea
fojas > hojas
fierro > hierro


          Trasladar el acento:
Austero consola intervalo diabetes

          Cambiar vocal o diptongarla:
defunto> difunto
 mesmo > mismo
pior> peor

          Formar nuevas palabras con diversos sufijos:
-ez rustiquez
-ada     muchachada, cocada, aguaitada
-ado    abofeteado
-eada    penqueada
-azo     buenazo, cansadazo, amigazo
-ísimo  añísimos, tiempisimo
-ita       alita, platita, ahorita, apenitas
-ito      suavecito, todito, ranchito
-ero      rialero, tierrero, hembrero, mujerero, pelero, calveros
-era      moridera, Hondera, loquera, mamadera, periquera
-menta bollamenta, libramenta, perramenta, carramenta
-azón   rascazón, planazón
-mentazón        bollamentazón, tragamentazón, tiramentazón
-oso     estorboso, cansoso, baboso
-on       pedigón, mingón, malucón, hermanen, sabrosón
-Ion     rilón, corretón, adulón, juyilón, regalón, pedilón
-aje boscaje

          Formar sustantivos postverbales, esto es, a partir de verbos. Pueden ser:
En a:
La canta
la limpia
la tala
la suelta
 la pela
la molesta

en -o:
el denuncio
el relajo
el desespero
el sofoco

 l

en -e:

el ensalme
el derrame
el derrumbe
el engorde
el quite

·         Variación del género

El coso > la cosa
La gripa > la gripe
El chinche>la chincha

·         Aplicar plurales
hace tiempos
 ¿qué horas son?


·         El voseo:

vos> tú
ustedes > vosotros

          El voseo en el verbo y su diptongación:

vos tenés > tienes
 vos sos > eres

          El voseo en construcciones verbales:

pero fíjate y verés

          Conservar formas verbales anticuadas:

haiga > haya
 hubiere > hubiese
 vide > vi s
ernos > somos
 truje > traje

EN LA SINTAXIS

          Mayor empleo del pretérito indefinido que del pretérito perfecto:
jugué > he jugado
bailé > he bailado

- Uso del pretérito imperfecto de subjuntivo preferentemente al pretérito indefinido de indicativo:
tal como escribiera > escribió
el mitin que pronunciara > pronunció

          Influencia del presente continuo del inglés:

estoy yendo
 estamos enviándolo

          Imperativos:
mirá
cantá
sentate
párate

          El que galicado, al usar el que relativo en vez de adverbio y locución adverbial a continuación del verbo ser:

-entonces fue que vino> ...fue cuando...
-en esa casa es que vive > es como...
-así es que llegó a casa > es como...

          Tendencia a usar verbos de movimiento y reposo en forma reflexiva:
venirse
huirse
entrarse

Empleo de formas como:

detrás de mí                                            detrás de mí                       
delante suyo           en vez de                  delante de él
cerca nuestro                                           cerca de nosotros



EN LA SEMANTICA

Conservar palabras que en otros lugares ya están en desuso:
agora, aína, asina, dilatar, platicar, catar o aguaitar, misia, taita, su mercé, su mersesita, vusté, endenantes, demorarse, manque, dende

frases específicas:
¿cómo amaneció?       ¿qué hubo ?
¿qué pasó'!'     ¿qué ha hecho?
¿cómo no?      ¡Piénsame!
ahí no más recién        ¿cómo le va yendo ?





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